ACERCA DEL LIBRO
Un Siglo de Amor Paciente
María Aurelia Ruiz Sánchez
Escrito desde la perspectiva de la ternura filia, Un siglo de Amor Paciente es la crónica de la vida de la familia instituida por Chepe, fuerte roble que hundió sus raíces en el cariño y la dedicación de su madre, una joven campesina soltera; creció fecundo, enriquecido por el amor de su esposa abnegada y su numerosa descendencia, hasta llegar a constituir un frondoso árbol cuyas ramas, retoños y frutos se extienden hasta la quinta generación.
Pese a ser un campesino casi iletrado, Chepe cultivó a su manera las artes: disfrutó de la música clásica y aprendió la popular porque ambas le regocijaban el espíritu, en numerosas ocasiones abatido por las penurias morales y económicas; además, supo hallar, en la literatura, ejemplos conspicuos de las condiciones que ansiaba para su amada sociedad a la vista de las virtudes sociales retratadas en los textos así como de los defectos allí reflejados, que conviene evitar a fin de obtener un conglomerado social más digno y justo.
Como todo ser humano, Chepe incurrió en errores que obligaron a su esposa e hijos mayores a vivir errantes por la montaña y la ciudad y a sentir el aguijón de la pobreza.
Sin embargo, la esperanza de un mañana promisorio lo mantuvo incólume y esta actitud le permitió verlo nacer y experimentarlo.
Chepe vive en el corazón y el recuerdo de sus nietos y nietas, porque sus madres y padres se han encargado de enseñarles su modo de ser noble y humilde y de actuar siempre asido a la verdad, generoso hasta el perdón de las ofensas, sin hipocresías, tan congruente en sus palabras y acciones que no tuvo reparos en manifestar su color político dentro y fuera de Costa Rica.
¿Por qué aman todavía a Chepe? Por su amor y paciencia casi infinitos. Por su compromiso activo con la sociedad. Por su acompañamiento perenne, sabios consejos, respeto y amor a la Patria y al mundo. Por sus errores y fracasos, esperanzas y desilusiones, alegrías y tristezas, en la búsqueda continua de un futuro mejor para la familia, razón de su existencia. Por su incesante afán de aprender. Por su cultura pueblerina y tradicional con rasgos cosmopolitas, adquiridos mediante el hábito de la lectura. Por su sana picardía maliciosamente campesina. Por su valor y empeño para superar los obstáculos.
Aunque pasivo en apariencia, su carácter revolucionario e idealista lo incitaba a trabajar por un país sin distingos sociales ni económicos. ¿Aspiración utópica? Ciertamente, aunque realizable si todos los miembros de la sociedad nacional pensaran con la amplitud de miras de Chepe y actuaran en consonancia con ella.
Ojalá existieran millares de Chepes, valientes, honrados y trabajadores, labriegos sencillos como los que enaltece nuestro Himno Nacional, que metamorfosearan la sociedad costarricense en un denso bosque de sólidos robles y todos lograran alcanzar, como él y su familia, Un Siglo de Amor Paciente.